miércoles, 29 de noviembre de 2017

Fisher y Los desquiciados, contextualizando la narrativa Guglielmetti




Estoy golpeado, la destrucción a punto de consumarse pero no. Me pongo a escribir esto que les leo hoy. Quince días antes, no debo spoilear la trama de Los desquiciados. Debo explicar que se trata de la precuela o el eco de otra novela llamada Fisher editada en 2016 por 17 GRISES y  que se construyó sobre la idea de reconstruir una ciudad partiendo de sus mitologías y creencias pero deformadas. Deformadas por el ojo y los sentidos de un tipo que no está en sus cabales. Así como Michael Douglas en un día de furia, o el carnicero de Gaspar Noe o Bombita Rodriguez pongamoslé. Seres serenos que por algún motivo pierden las formas  y se calientan poco por conservar el orden normal de nuestra decadencia. Nuestra decadente y ordenada vida de reglas impuestas por la sociedad de consumo de las cuales podría aburrirlos de ejemplos pero de las cuales solo voy a limitarme a decir que se reduce a  perseguir una zanahoria que nunca vamos a terminar de alcanzar... Pero me fui y volvamos. Debo hablar de Los desquiciados pero primeramente debo explicar Fisher: una novela inexplicable porque yo, el yo que narra y dirige las acciones de un montón de infradotados poniendo el caos en la ciudad ,desconoce o desecha de la estructura convencional o clásica de un relato.

Fisher y Los desquiciados están construidos para leer en el baño, de a cachos, de atrás  pal ante o como se te cante y supongo en parte que eso se lo debo a venir de la poesía… Un lenguaje donde el aire entre los textos(ergo lo omitido o a reponer) es tan importante como lo  propiamente escrito,pero me fui y volvamos. En Fisher hay tres ejes temporales:
Un pasado con Bahía llena de descampados e inmigrantes arrastrados por los favores del general Perón , un presente en el que por algún motivo hay una catástrofe  e impera el caos y un futuro posapocalíptico ligado a la ciencia ficción donde un grupo de bahienses lucha ya  por conservar la especie en un desierto radioactivo. En ese hecho se centra Los desquiciados,  en la posibilidad concreta de la destrucción y la desaparición…Y ahora bien ustedes me preguntarán ¿qué desaparición? ¿La desaparición de nosotros como ser individual?¿La desaparición  de lo bahiense? ¿De los bahienses? ¿La desaparición de lo que nosotros despreciamos de la ciudad?¿Qué posibilidad concreta existe de que esto suceda? ¿Existe? ¿En manos de quién? ¿La consideramos o solo está ahí como formando parte del agujero negro de nuestras conciencias?; ¿Nunca les pasa que a veces se hacen preguntas que en el mismo instante que se las formula quiere anular la respuesta? La otra vez fui a ver unos cerámicos a un famoso corralón de la ciudad. En su frente relucía majestuosa una gigantografía de iconos del deporte local ( creo que estaba Ginobili, Pepe Sanches y alguno más) los miraba y recordé cuando viví unos  4 años en White. A unos metros de las plantas del polo. Miraba esa gigantografía y pensaba que los bahienses miran así la destrucción… Como algo de cartón pintado que está ahí y no jode a nadie. ¿Lo piensan realmente???¿Lo pienso realmente? Me fui y volvamos; Así como en mi primer novela Fisher trabajé en la construcción de la ciudad exagerando sus mitologías y llevándolas al extremo de lo real, para construir Los desquiciados, el texto que cuenta o intenta dar cuenta de cómo y en manos de quién podemos volar todos por al carajo dejando un agujero negro en el mapa, para construir Los desquiciados, o sea la destrucción o desaparición, tuve que valerme de personajes despreciables;
Explicar qué circunstancias los arrastran a agruparse para sembrar el caos y elegír un tono fueron las dificultades mayores, pero si les digo más les cuento todo. Los desquiciados es un texto incómodo porque narra un episodio y un contexto incómodo. Se vale de señuelos e imágenes que saturan nuestros estímulos a diario como el sexo y la violencia pero hasta en ellas roza la incomodidad.  Es ese pensamiento que incomóda y está ahí. Vos sabés que va a ser para cagada pero querés saber igual, es una cascarita que te da placer rascar y movés a riesgo de que sangre pero me fui y volvamos.

Una vez una amiga, a la cual escucho mucho lo que opina sobre lo que escribo porque sabe poco del mundo literario, me preguntó qué necesidad tenia de mostrar siempre  la oscuridad.
Escribo historias con tramas complejas porque Bahía Blanca contrariamente a los inmaculado del nombre está atravesada por un entramado de relaciones socioculturales de alta complejidad. Escribo porque sueño con equilibrar el cosmos desde este pequeño espacio de resistencia que es la literatura. Escribo sobre los manejes de esta ciudad porque no encuentro otro lugar donde dejarlo sentado y siento que la literatura es el último lugar donde se van a venir a meter. Escribo para los que consideramos que Bahía puede ser una ciudad más habitable. Escribo y sueño. Cosas incomodas pero honestas al fin. Tómenlo o déjenlo. Gracias.

#este texto fue leído en la presentación conjunta de Hemisferio Derecho en su festejo por los 10 años de fundada la editorial en el marco del Primer Festival de Narrativa Bahia Blanca 2017

libros disponibles en La Másmedula Libros Alsina 155, local 22, Galería Jardín

jueves, 23 de noviembre de 2017

Sacar belleza de este caos es virtud. Acerca del Primer Festival de Narrativa de Bahia Blanca

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Por Matias Marinozzi
En una coyuntura adversa, nadando a contracorriente del neoliberalismo avasallante que pretende llevarse todo por delante, NEXO artes y culturas, La Masmédula libros y Hemisferio Derecho Ediciones inauguraron el pasado fin de semana un nuevo espacio de construcción y difusión cultural: el Primer Festival de Narrativa de Bahía Blanca. Narradores y narradoras de la ciudad se reunieron con el público en una serie de actividades abiertas y gratuitas que incluyeron presentaciones de libros, lecturas, espectáculos musicales, feria de editoriales y una invaluable actuación del gran Mario Ortiz.
El patio de la Galería Jardín y el centro cultural Pez Dorado fueron escenario del despliegue de la heterogénea producción narrativa de la ciudad. Los géneros clásicos, en su variante de novela o narrativa breve, compartieron escena con proyectos experimentales como los de Nicolás Guglielmetti (Los desquiciados. Ed. Hemisferio Derecho), Claudio Dobal (Covers. Ed. Hemisferio Derecho) y Helen Turpaud que trabajan sobre el entrecruzamiento de géneros y exploran nuevas posibilidades en las formas y contenidos de la narrativa.
La creación de un espacio para la difusión de estos trabajos viene a enriquecer la proyección literaria de la ciudad, que ya cuenta con una reconocida tradición poética. En efecto, narrativa y poesía se cruzaron a lo largo de los dos días del festival y las fronteras entre ambos campos fueron problematizadas por Mario Ortiz en una charla que culminó con una alucinante puesta en voz del poema sobre el Club Hotel de Villa Ventana (Cuadernos de Lengua y Literatura volumen IV, Ed. Gog y Magog). La intensidad y el desahogo con que Mario leyó el texto representó, tal como él mismo sostuvo en las redes sociales, “la expresión de una necesidad de afirmar una palabra, un momento de comunión con amigos, de mandar al recontracarajo todo lo horrible de un momento en que la derecha y el (micro) fascismo muestran su rostro descarnado”.
Desde los medios de comunicación hegemónicos el lenguaje se devalúa y manipula cotidianamente para elaborar un relato que incentiva el odio, señala enemigos, estigmatiza lo popular y colectivo e invita a cada cual a replegarse en la vida privada y ocuparse solo de los problemas personales. En esa dirección avanza el desguace cultural que pesa sobre Bahía Blanca, en arrebatar espacios de reunión, expresión y construcción de sentido de los sectores populares. Por eso, los espacios culturales organizados desde abajo y en base a un trabajo colectivo son una verdadera incomodidad para un proyecto político que emplea la palabra paz como eufemismo de desmovilización social y orden. En un contexto así, frente a la devaluación del lenguaje, y de la cultura en general, proyectos como el nuevo Festival de Narrativa no solo ofrecen espacios de revalorización de la palabra a partir de la difusión de los diversos proyectos de escritura, sino que, a su vez, se constituyen en espacios de construcción de relatos alternativos fundados en el respeto, el afecto y la integración social. En el Festival de Narrativa la literatura fue el fogón en torno al cual las personas se reunieron para escucharse, compartir trabajos, ideas, opiniones y reconfortarse mutuamente en un momento en que la pluralidad de voces en el debate público empieza a ser la excepción.
Los pedidos de justicia por el caso de Santiago Maldonado, el descontento por la persecución mediática a docentes y la preocupación por el desguace cultural que los organizadores, los narradores, las narradoras y el público pusieron de manifiesto durante las jornadas del festival dejan en claro que del camino antisocial que pretende naturalizarse solo podremos salir construyendo un horizonte colectivo.

martes, 6 de junio de 2017

Voces narrativas, travesías y viajes en el tiempo Fisher y los refugiados, de Nicolás Guglielmetti, Buenos Aires/ Bahía Blanca, 17 grises editora, 2016.

Claudio Dobal

Voces narrativas, travesías y viajes en el tiempo
Fisher y los refugiados, de Nicolás Guglielmetti, Buenos Aires/ Bahía Blanca, 17 grises editora, 2016.
La literatura al principio es así hasta que el capitalismo te mete atrás de un mostrador.
Nicolás Guglielmetti

No es una tarea sencilla reseñar Fisher y los refugiados, la primera novela del poeta bahiense Nicolás Guglielmetti.
No es fácil, digo, reseñar una novela que, a diferencia de la propuesta poética de este escritor, por un lado deja muchísimas libertades interpretativas a quien lee, pero por el otro apunta, desde el mismo comienzo y por medio de una sucesión vertiginosa de escenas contrapuestas, a una destrucción constante de cualquier herramienta, certeza o comodidad lectora.
Pero más allá de la dificultad (que trasunta en la seguridad de no poder abarcar en la reseña sino apenas uno de los muchos recorridos de lectura posible), se puede comenzar planteando que este proyecto de escritura tan libertario y destructivo utiliza, como principal recurso, un narrador en primera persona que resulta ser una máscara discursiva en la cual se esconden, simultáneamente, tanto el protagonista, como los vestigios autobiográficos del propio Guglielmetti, como esa voz omnisciente que habla, fugazmente, del Narigón, de los refugiados, de la ciudad, y de su historia.
Un narrador que en muchas oportunidades utiliza las oraciones como elemento máximo de sentido, y las va aglomerando, encabalgando una tras otra, como si se tratara de un poema beatnik; y que en otras circunstancias resulta meticuloso con los datos, y solo cambia nombres de terceros por apodos sin mayúsculas, vaya uno a saber bien por qué; que lleva el monólogo interior a lo más interior y más monológico que el texto le permite y que, pese a todo esto, nunca cae en una inflación del yo, sino todo lo contrario, que deja mucho para que el lector comparta en la conformación final del relato.
Y es así como el texto va obligando al lector a abandonar la falsa seguridad de saber quién es el que está hablando. De quién es ese narrador que dice, al comienzo, que se debe tener un conocimiento previo que le permita ubicarse en el contexto de la historia; que va ofertando un montón de información variadísima; y que al final, muy al final, informa que en realidad no se necesitaba saber nada de antemano para abordar el texto.
Y esta idea final quizá sea la manera justa de abordar esta novela: quizá la idea sea ingresar en éste, o en cualquier texto, y solo dejarse llevar por lo que el mismo texto propone, sin pretensiones de imponerle un marco de lectura; dejarse llevar a la deriva, para luego, una vez alcanzado el destino aparente, si se quiere, revisar toda la travesía y encontrarle, reitero, si se quiere, algún sentido a la misma.
Y digo “travesía” porque si hay algo que, más allá de todo lo dicho, sí queda claro es que Fisher y los refugiados es una novela en la que el espacio y su recorrido tienen un rol fundamental. Que Fisher y los refugiados atraviesa y está atravesada por la ciudad de Bahía Blanca. Esa misma ciudad que se hace presente, aunque de un modo completamente diferente, en el poemario Bella Vista (Ediciones Vox, 2015) del mismo autor.
En sí, para quienes no conocen Bahía Blanca, la novela de Guglielmetti va develando sus puntos más importantes, sus zonas de confort y sus zonas prohibidas, conjugando unas con otras en un croquis que permite ser pensado como una guía para que cualquier visitante sepa caminar esas calles. Qué cosas ir a ver, y con qué ojos verlas.
Pero, a su vez, para quienes sí son habitués de esas veredas, la novela los va llevando por lugares que, seguramente, alguna vez transitaron. Es un volver al barrio, pero sin los anteojos adolescentes que impedían ver ciertas realidades, o mejor dicho, con otros anteojos, tal vez más alucinados, que justamente dejan ver ese fragmento bahiense que está a medio camino entre la realidad concreta y sus mitos y leyendas.
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